Por: Percy J. Paredes Villarreal
Tras la primera parte, del artículo escrito sobre la transculturación occidental de Mario Vargas Llosa, no he querido trabajar otros temas que también son importantes; ya que tuve el compromiso con algunos amigos y colegas, que reclamaban, con justa razón, que cuando me dedico a un determinado tema, no lo culmino lo dejo pasar; luego de varios meses lo continuo. Por lo que me he comprometido a escribir las siguientes dos partes que componen este análisis antropológico sobre la transculturación occidental al Perú, teniendo en el premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa uno de sus últimos representantes.
En esta ocasión me voy a referir a tres elementos fundamentales de la injerencia e influencia cultural, literario, político, ideológico y económico del occidente, a través de su máximo representante en el mundo, como lo fue el escrito peruano.
La transculturación como instrumento de dominación y sometimiento sociocultural, ideológico, político y económico de occidente sobre los países en vías de desarrollo:
A lo largo de la historia de la humanidad, particularmente desde sus inicios, hemos leído y conocido procesos de conquista y dominación de una cultura sobre otra; en la cual, los derrotados tenían que subordinarse, adecuarse, y someterse al mandato de los ganadores; que en todo momento imponían su modelo de estado y sociedad. Producto de ello, se ha podido ver la discriminación, el maltrato, y el uso de la violencia, que son utilizado hasta la actualidad por parte de los vencedores.
Del mismo modo, en nuestro país, desde nuestros orígenes, sucedió algo similar; mediante la cultura quechua que se expandió y sometió a culturas regionales, a su dominación; este proceso de absorción la realizaban mediante diálogos o guerras. Hubo etnias regionales, que no aceptaban y luchaban para impedir su sometimiento. Estos hechos sociales lo podemos leer en los textos de Waldemar Espinoza y de María Rostworoski.
Del mismo modo sucedió con la conquista y colonización, e imposición del virreinato en nuestro país, por parte del yugo español; generando un proceso de transculturación trasladando desde sus territorios un tipo de vida, de gobierno, y dominación, sometiendo a los incas y a las diversas culturas a un modelo estructural europeo.
Este mecanismo de imposición sociocultural, político y económico se le denomina transculturación; que viene a ser el proceso mediante el cual la cultura dominante y desarrollada traslada e impone a otros territorios conquistados su modelo de vida; desapareciendo los patrones culturales de los derrotados. Obviamente que detrás de ello, se encuentra el aspecto económico. A la vez, se apodera de las riquezas de los vencidos.
En sus inicios se expresaba debido a la dicotomía civilización y barbarie, cuya concepción perduro durante muchos siglos, luego vino la bipolaridad entre dos sistemas políticos y económicos que fueron socialismo vs capitalismo, y en estos últimos años se habla de la unipolaridad a la multipolaridad.
La transculturación se expresa en tres aspectos, primero es la aculturación, luego viene la desculturación y por último esta la neoculturación.
Este tipo de proceso transcultural se sigue dando, a pesar del tiempo transcurrido; haciéndolo de manera democrática como son los procesos electorales democráticos con sus diversas particularidades cuyo pensamiento hegemónico se impone mediante programas de gobierno, como es el neoliberalismo. En otros casos se dan de manera violenta como viene sucediendo en el mundo actual con Israel sobre Palestina, de Rusia contra Ucrania; cuyo objetivo es la dominación y dependencia.
No podemos olvidar que a inicios del presente siglo, los gobiernos de Norteamérica con los europeos (España, Francia, Inglaterra), invadieron el medio oriente bajo el pretexto de que en Irak se venían construyendo armas nucleares, luego en otros países para uniformizar la religión occidental y erradicar el islamismo, el mahoismo; luego instalar la democracia liberal, a lo que Chomsky lo denomino “Estado Fallido”. De esa manera arrasaron con etnias y culturas ancestrales, regímenes autoritarios y totalitarias; sin respetar el sistema o regímenes de gobiernos basados en sus tradiciones provenientes desde sus tiempos ancestrales.
El etnocentrismo europeo:
Pero la transculturación trae un riesgo, que viene a ser el etnocentrismo, mediante el cual existe un concepto en el cual hay culturas superiores en relación a otros que vienen a ser inferiores. Uno de esas características es considerar a Europa, por ejemplo, como desarrollado, y Latinoamérica se los ve como subdesarrollados. Frente a ello, se comienza a denominar, la división entre: países civilizados versus salvajes o primitivos; también se habla de países modernos contra tradicionales; luego están las concepciones de los países avanzados frente a los atrasados; asimismo existe la denominación de países del primer mundo frente a los tercermundista.
Por lo tanto, al tener estos conceptos diferenciales, encontramos un sometimiento y subordinación de los países que no pertenecen al occidente a la modernización del mundo occidental, que busca homogenizar el mundo; y deben ser vistos como paradigmas o modelos que se debe imitar para conseguir el desarrollo.
Desde una mirada etnocentrista, los occidentales consideran que debemos transculturizar su modelo económico, político y cultural, logrando su implementación en Latinoamérica. Ya que Europa nos siguen considerando como un continente que no ha alcanzado el desarrollo, ni tampoco existe la modernización; porque, para ellos, todavía no podemos construir ciudadanía, ni tampoco buen gobierno. Tal como lo denomino Aníbal Quijano, al considerarlo como un proceso de colonialidad que viene viviendo el continente americano; y que difícilmente se ha desligado totalmente de la dominación occidental.
Estos conceptos nos hace recordar a Roger Bartra, antropólogos mexicano, que en su libro “Territorio del terror y la otredad”, aparte de indicarnos que si bien la antropología nace para estudiar las sociedades ágrafas, sociedades simples, comunidades nativas, ahora la antropología tiene que dedicarse a estudiar otros problemas vigentes den el siglo XXI como: El fundamentalismo, el sionismo, el crimen organizado, la trata de personas, el narcotráfico, el sicariato, el problema ambiental, la minería ilegal, etc.
A la vez, en sus páginas de este libro, nos hace recordar el debate sostenido entre Claude Levi Strauss con el escritor francés Roger Caillos a raíz del ensayo escrito por el antropólogo titulado “Raza e Historia”, en el cual sostiene la superioridad de la civilización occidental y a la vez defendía la diversidad cultural.
Desde esa perspectiva, en la década de los 60 del siglo pasado hubo muchos intelectuales pertenecientes al continente americano, que fueron influenciados por el occidentalismo, trasladándose a Europa, particularmente Francia, Inglaterra y España; particularmente encontramos a compatriotas como: Mario Vargas Llosa, Julio Ramon Ribeyros, Alfredo Bryce Echenique, entre otros, en el que asimilaron su cultura convirtiéndose en aculturado, como lo denomino José María Arguedas.
Tanto en el siglo pasado, como en el actual muchos intelectuales latinos radicados en Europa les permitio escribir, estudiar e investigar el problema político, económico, ideológico, etc., de nuestro continente; tomando como referencia una mirada europea cuyas soluciones están vinculado a la imposición de la cultura occidental. De esa manera convirtieron a Europa en paradigma, en el paladín de la democracia liberal, del desarrollo económico basado en la economía de libre mercado, la propiedad privada, de la gobernabilidad democrática, de la globalización y la tecnología, y el indivualismo.
En ese aspecto, Vargas Llosa fue uno de los que asimilo rápidamente la cultura occidental; ya que siendo muy joven y casado con su tía Julia Urquidi (su primer compromiso) logra ganar la beca Javier Prado trasladándose a Madrid (España), para seguir un doctorado por los años 1958; posteriormente se pasa a Francia y poco tiempo después se va a Inglaterra. Luego retornara a Barcelona en que se asienta por un periodo mucho más largo; de esa manera su permanencia lo relaciona con el estudio, la escritura y la asimilación de la ideología liberal; convirtiéndose en defensor de los derechos humanos, la democracia representativa, de la libertad y el individualismo.
De esa manera se va involucrando en diversos temas de carácter político, ideológico y literario; dedicándose a tiempo completo a lo que lo apasionaba como fue la literatura. Obviamente que su pensamiento ideológico y político lo acerca más al liberalismo expresándolo en sus obras literarias, ensayos y artículos, teniendo una mirada de Latinoamérica desde una perspectiva antropológica etic occidental. Tal como lo describe Pedro Cateriano en su obra “Biografía Política, Vargas Llosa y su otra gran pasión”. “Su llegada a Francia también representó el contacto directo, in situ, con su cultura. En particular con Gustave Flabuert y la lectura de Múdame Bovary, que fue capital, tal como él lo ha reconocido varias veces. También se acerca a la obra de André Malraux, Maurice Merleau-Ponty, entre otros escritores. El París que conoce Vargas Llosa coincide con la imagen soñada que abrigaba desde su infancia y que siguió alimentando…”
En el mismo libro escrito por Cateriano, se lee un testimonio de Vargas Llosa, que dice lo siguiente: “Mis siete años de parisinos fueron los más decisivos de mi vida. Aquí me hice escritor, en efecto, aquí descubrí el amor-pasión de que hablaban tanto los surrealistas y aquí fui más feliz, o menos infeliz, que en ninguna otra parte. Aquí me impregné de la literatura francesa del XIX cuya fulgurante variedad y riqueza -Balzac, Flaubert, Stendhal, Baudelaire, Lautreamont, Rimbaud- todavía sigue pareciendo sin parangón, ni en su tiempo ni en los venideros. Y aquí, en París, crecí, maduré, me equivoqué y rectifiqué, y estuve siempre tropezando, levantándome y aprendiendo, ayudado por libros y autores que, en cada crisis, cambio de actitud y opinión, vinieron a echarme una mano y a guiarme hacia un puerto momentáneamente seguro en medio de las borrascas y la confusión”.
Por lo que no tan solo recibió una influencia ideológica y política de la cultura occidental; también tuvo la influencia de escritores franceses y españoles, que lo llevaron a fortalecer su estilo de escribir, tomando como referencia Víctor Hugo, Zola, Sartre, Camus, Malrauz; Cervantes Saavedra, Flaubert, Rubén Darío, García Lorca. Tal como lo describe su amigo de niñez Alonso Cueto en su última publicación titulado “Mario Vargas Llosa Palabras en el Mundo”, culminando en un párrafo importante para comprender la influencia de la cultura y la política occidental en el autor de “La Casa Verde”. “Mario Vargas Llosa ha construido una de las obras más influyentes de la literatura contemporánea, marcada por obsesiones, dilemas y pasiones que han definido su trayectoria. En este ensayo, Alonso Cueto nos guía a través de esos temas esenciales con el rigor de un estudio literario y la cercanía de quién lo conoce desde la infancia. A lo largo del libro, Cueto ilumina los rasgos fundamentales de su escritura: la totalidad novelesca en constante transformación, la teología del poder, la aventura subversiva, la travesía utópica, la búsquedas morales y existenciales, la influencia de la literatura francesa, el idealismo quijotesco y las técnicas narrativas que dan forma a sus mundos ficcionales”.
La mayor cantidad de sus libros los escribió en Europa; dedicándose a producir sus obras literarias, artículos periodísticos, ensayos, etc. Asumiendo un estilo centrado en el tema del Poder Político, la lucha por la democracia liberal y los derechos humanos. Eso le sirvió para obtener el premio Nobel de Literatura, basado en la “Cartografía del poder”; ya que la mayoría de sus obras literarias estuvieron vinculados a temas, como: políticos, de poder, autoritarismo, dictaduras, corrupción.
El Pensamiento Liberal occidental:
Como hemos mencionado en la primera parte, y eso lo corrobora Pedro Cateriano en su última publicación mencionado líneas arriba, en el cual Vargas Llosa, siendo muy joven y estando en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se vincula políticamente con el Partido Comunista formando parte de la célula “Cahuide”, y tras su paso por el diario “La Crónica” y luego su viaje a Europa, en sus primero años sigue reafirmando su posición de izquierda, pero ya no marxista, sino admirador del “Socialismo democrático”, en el cual cree. Llegando firmar pronunciamientos de apoyo a políticos y militantes de izquierda como Hugo Blanco; hospeda a la madre de “Che” Guevara Celia de la Serna, a pedido de la primera esposa del líder argentino Hilda Gadea. Asimismo, respalda a la guerrilla encabezado por Luis de la Puente Uceda suscribiendo un manifiesto en París.
Su admiración por la revolución cubana, lo lleva a desilusionarse de esta cuando el Gobierno de Fidel Castro detienen al poeta Heberto Padilla y lo encarcelan; por lo que muchos escritores latinos, particularmente los que se encontraban en Europa, emiten una declaración contra la detención del escritor cubano, siendo Vargas Llosa uno de los firmantes.
Al poco tiempo renuncia a la izquierda, y luego se acerca a la democracia cristiana el cual se aparta rápidamente; luego comienza a vincularse con la socialdemocracia; pero también se desencanta. Tal como lo describe en sus tres tomos de su libro “Contra viento y marea”, donde podemos leer sus artículos referidos a su proceso de recambio o converso ideológico del socialismo al liberalismo.
Estando un buen tiempo en Inglaterra, comienza a leer y estudiar a los pensadores liberales europeos; manteniendo una distancia con ellos en el sentido de que el liberalismo no tan solo se centra en la economía de mercado, también es defensa de los derechos humanos, de la democracia liberal, de su lucha confrontacional contra las dictaduras provenientes de derecha o de izquierda. El respeto al matrimonio gay, el apoyo al aborto, a la eutanasia, a la legalización de la marihuana, entre otros temas socioculturales; que para algunos liberales latinos de derecha expresan cuestionan, generando controversias contra los supuesto liberales americanos que tienen una mirada totalmente diferente a la ideología del escritor.
“El resultado de este laborioso itinerario intelectual, vivido a lo largo de varias décadas, es lo que Vargas Llosa sintetiza pedagógicamente en ‘La llamada de la tribu’ una reunión de breves perfiles biográficos e ilustrativas reseñas de la obra de siete de los pensadores liberales más conspicuos que influyeron en él de manera determinante. Así, cumple también una función propedéutica y divulgadora del pensamiento liberal, en especial en América Latina, donde se desconoce o se suele obviar la amplia producción intelectual que la sustenta, incluso en contextos académicos. Como ya ha destacado, el pensamiento liberal no se agota en el terreno económico, en la defensa del libre mercado, aunque lo incluye, sino que tiene sólidas raíces filosóficas y ofrece una visión de la sociedad basada en la libertad individual como motor de la prosperidad y el desarrollo. Es también profundamente democrático y ajeno, diametralmente opuesto a cualquier tipo de dogmatismo sectario. No solo las iniciativas económicas y empresariales, deben competir libremente en la sociedad, también lo deben hacer las ideas, con idéntica libertad y derecho de coexistencia…” (Cateriano, 2025).
El pensamiento liberal que asimilo Vargas Llosa, desde sus primeros años en Europa, lo llevó a fortalecer esta ideológica como una opción universal y continuador de los pensadores europeos; esto le permitió trasladarlo a la literatura, a sus escritos periodísticos, ensayos, conferencias, y a formar el Instituto Libertad, que ha permitido moverse por muchos países, llevando ese mensaje ideológico y político, generando simpatía y adeptos, atrayendo a políticos, escritores, investigadores, por lo que fue catalogado como el “Ciudadano del Mundo”.
De allí, que su hijo Álvaro Vargas Llosa, acaba de prologar y editar el libro titulado “El Polemista Arriesgado”, en el cual 14 artículos escritos por políticos y ex gobernantes de diversos países de América y España, describen las cualidades del escritor peruano, resaltando su coherencia entre su ideal y la práctica, la critica y la autocrita, la defensa de los derechos humanos, la democracia como valor fundamental, la gobernabilidad democrática, la lucha contra el populismo de derecha o izquierda, la lucha frontal contra todo tipo de dictadura de derecha o izquierda, la defensa de los grupos vulnerables.
A la vez, a promovido apoyo a muchos candidatos latinos, que desdicen del pensamiento y la práctica liberal; generando cuestionamientos por violentar los derechos humanos, generar corrupción, oponerse a políticas en favor de los sectores vulnerables. (Continuará)